Hace muy poco, en 2018, tuvo lugar en el Museo del Prado una exitosa campaña de micromecenazgo, el resultado fue la compra de un fantástico cuadro de Simon Vouet, “Retrato de niña con paloma”, la vía de adquisición resultaba para muchos novedosa, la prensa hacía extenso eco del logro y aplaudía esta nueva forma de hacer las cosas.
El hecho de que las actuales tecnologías faciliten muchas empresas no quiere decir que estas se apoyen en nuevos conceptos o sensibilidades, todo forma parte del cierto adanismo de cada nueva generación.
Se confeccionan nuevos términos, “micromecenazgo“ o, mejor aún, se importan del inglés, “crowdfunding“, garantía total de difusión y de “erudición“. Podrían haberlo nombrado, simplemente, colecta o “suscripción”, que es el término con el que José Garnelo llamaba a todos los españoles, en 1913, para colaborar en la adquisición de una joya flamenca del siglo XV, e impedir que saliera de España con destino a un museo alemán; la obra, una vez comprada, sería destinada al Museo del Prado, entidad que reconoce el espíritu adelantado de Garnelo en algunas de sus publicaciones.
Se trataba de la “Adoración de los Reyes“, de Hugo Van der Goes, una magnífica tabla flamenca de grandes dimensiones, 147 x 242 cm., pintada hacia 1470.
Garnelo, como fundador de la revista Por el Arte, Gaceta de la Asociación de Pintores y Escultores, utilizó sus primeros números, a iniciativa propia, para abrir una “suscripción“ y alentar en la recaudación de 1.262.800 pesetas, necesarias para su compra a los Escolapios de Monforte de Lemos, el anhelado destino de la obra sería el Museo del Prado.
En Por el Arte, Garnelo da fiel reflejo de las aportaciones que van surgiendo, es emocionante ver cómo grandes nombres de la alta sociedad, de la cultura, de la política y muchos artistas hacen su aportación, mayor o menor. La contribución de José Garnelo fue de las mayores entre los particulares, mil pesetas del año 1913, como referencia decir que la Condesa de Pardo Bazán solo entregó cincuenta.
No solo se limitaba Garnelo a recaudar, sino que su pluma en la revista servía para aportar soluciones y criticar las decisiones de un gobierno no siempre receptivo. Pero desgranaremos un poco la historia de un litigio que duró tres años y estuvo a punto de costar un enfrentamiento diplomático entre España y Alemania.
Origen de “La Adoración de los Reyes”
El cardenal don Rodrigo de Castro Osorio (1523-1600) era hijo tercero de la Condesa de Lemos, doña Beatriz de Castro, y hermanastro del Conde de Lemos, don Fernando Ruiz de Castro. Fue don Rodrigo un hombre del Renacimiento, una personalidad humanista le haría fundar una residencia para chicas en situación difícil y luchar por la humanización del trato en las prisiones. Ayudaría continuamente en la construcción y mejora de templos y hospitales y, para muchos, se convierte en la mayor figura protectora de las artes. Siendo arzobispo de Sevilla y Cardenal de Gregorio XIII, en su visita a Santiago de Compostela de 1590, concibe la idea de construir para Monforte de Lemos, en el solar de sus mayores, un “Pequeño Escorial” que fuera centro de cultura para Galicia, panteón familiar y museo de arte. Su personalidad inquieta y su representación eclesiástica le harían viajar por toda Europa, donde adquirió el importante patrimonio artístico que destinaría a su fundación, incluida la obra que nos ocupa, que debió comprar en su viaje a Flandes de 1588.
Desde el principio fueron los Jesuitas, miembros de la Compañía de Jesús, los escogidos para no solo dirigir la construcción de la iglesia y edificio restante, sino para regentar el Colegio de Nuestra Señora de la Antigua. Estuvieron allí hasta 1767, cuando fueron expulsados por orden de Carlos III.
Desde la marcha de los jesuitas, el Colegio del Cardenal fue dedicado a diversos cometidos: Real Seminario, Centro Real, Colegio de Humanidades y Bellas Artes, Instituto Provincial de Lugo… El paso de los años, el terremoto de Lisboa y desacertados usos habían convertido el conjunto en una ruina. En 1873, el apoderado del Duque de Alba, D. José Guitián y García, hace las gestiones pertinentes para que se hagan cargo del Colegio los Escolapios, miembros de la Orden de las Escuelas Pías.
Comienza el litigio
La historia del expolio se remonta a 1908-1909, cuando los Escolapios de Monforte presenciaban como su colegio estaba a punto de derrumbarse. Los religiosos solicitaron dinero para las reformas al Duque de Alba, también Conde de Lemos, quien no lo facilitó.
Por aquel tiempo, Antonio Méndez Casal, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando descubrió la autoría de “La Adoración de los Reyes”, hasta el momento desconocida o atribuida erróneamente a otros pintores, para ello se rodeó de expertos europeos, incluso hizo traer al director de la National Gallery de Irlanda. Todos los estudios demostraron que el autor era Hugo de Van der Goes. El artículo de Menéndez Casal en la Ilustración Española y Americana desató el interés de toda Europa, las fotos de Juan Nuevo también jugaron un decisivo papel en su difusión.
Ante esta situación, a los Escolapios se les “encendió la luz” de vender el cuadro, sería la solución para la restauración del colegio. Se gestaron las primeras reuniones con el Patronato y el Ayuntamiento para realizar la venta. Tras una ridícula oferta del Patronato, veinte mil duros —que posiblemente pretendía llevar la obra al palacio de Liria— la primera tentativa formal de compra fue realizada por un coleccionista de Londres, veinte mil libras. A partir de ese momento la parte vendedora se fue decantando en favor del Kaiser–Friedrich-Museum de Berlín. Desde 1903, la institución poseía la “Adoración de los Pastores“, también de Van der Goes, y el director del museo alemán se había marcado el objetivo de lograr la Epifanía de Monforte.
El galleguista Arias Sanjurjo, a través de la prensa y de cartas al Ministerio, fue una de las voces más importantes contra la venta del cuadro. Según él, todos pasaban por alto que la obra era propiedad del Colegio del Cardenal, cuyas escrituras de fundación dejaban claro que los Escolapios son solo una comunidad al servicio del Colegio, con personalidad jurídica distinta. Tampoco el Ayuntamiento tenía más derecho a intervenir en las cosas del Colegio que cualquier otro vecino. El patronato, por su parte, era solo el encargado de velar por que se cumpliese la voluntad del fundador, y no el dueño del legado del cardenal Rodrigo de Castro, que había dejado establecido en el documento de fundación del Colegio que nada de su legado se podría “… ni vender, ni sacar por poco ni mucho tiempo”.
Se formó un importante revuelo, de un lado se encontraban el Duque de Alba, los Escolapios y el Ayuntamiento de Monforte, a favor de la venta, del otro toda la España culta, la prensa artística y muchos políticos sensibilizados con el patrimonio. La campaña llamó la atención de la prensa madrileña y el entonces ministro de Instrucción y Bellas Artes, Rodríguez Sampedro, prohibió el 6 de septiembre de 1909, en un telegrama al gobernador de Lugo, que se pudiese sacar el cuadro del colegio y comunicó su decisión al Duque de Alba.
Pasa el tiempo y, a mediados de abril de 1910, el rector del Colegio pide de nuevo al Duque de Alba permiso para vender el cuadro. El patrono escribe al nuevo ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, ofreciendo el cuadro al Estado por 630.000 pesetas, la mitad de lo que ofrecían los compradores extranjeros. Romanones argumenta que no hay partida presupuestaria para tal menester; vuelven a encenderse la prensa y la opinión pública “ilustrada” contra todos los artífices de la venta y la actitud de Romanones. La polémica crecía y mientras tanto se planteaba una estrategia, con la complicidad del Gobierno español, para evitar que el asunto llegase a más medios y despertase el interés de coleccionistas estadounidenses. Para ello, en mayo de 1910, se finge una subasta pública de la tabla en la sede de los Escolapios de Madrid, subasta con “derecho de admisión” que en realidad se limitaba a los representantes germanos, negando a cualquier otro postor que existiese realmente. La opción de compra de los alemanes, por 1.262.800 pesetas, se formaliza el 25 de mayo de 1910, con un depósito de 50.000 pesetas.
Un afortunado cambio de Gobierno da un vuelco a la situación. El nuevo ministro de Instrucción Pública, el cordobés de Iznájar Julio Burell, ordena la retención del cuadro e insta al gobernador civil de Lugo a que se incaute la pintura por orden gubernativa.
Los Escolapios y el ministro plenipotenciario alemán, así como el káiser, unieron fuerzas y amenazaron con una reclamación diplomática en los años siguientes. El asunto llegó al Congreso, a la prensa y a la calle con manifestaciones. La Vanguardia del jueves 30 de junio de 1910 informa de que el embajador de Alemania “ha entablado una queja diplomática, invitando al gobierno español a revocar la orden de su ministro, que estima extemporánea, el ministro tiene custodiado el edificio del colegio de Monforte por fuerzas de la guardia civil, mientras se pertrecha de documentos con que hacer frente a las reclamaciones del gobierno alemán“. El asunto se enquista por la determinación del Ministro Burrel, quien dijo que nunca saldría el cuadro “a no ser que lo determine una resolución del Tribunal de lo Contencioso“. La prensa de 1911 intentaba argumentar la nulidad de la venta, en unos casos, y en otros desataba su furia anticlerical.
Los religiosos Escolapios prometían crear una Escuela de Artes y Oficios en Monforte con el dinero del cuadro, intentando acallar a la oposición, pero “La Adoración de los Reyes” ya era cuestión de Estado, hasta el Duque de Alba tuvo que comparecer en el Congreso en 1912.
El presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, era en 1912 el principal defensor de la permanencia del cuadro en España. El asesino Pardiñas arrancaba de cuajo la vida de Canalejas el 12 de noviembre de ese año, mientras su sensibilidad y personalidad literaria lo habían detenido a contemplar los libros expuestos en el escaparate de la madrileña Librería San Martín. Desgraciadamente, vuelve a ser Romanones el hombre fuerte del gobierno y, el 9 de marzo de 1913, deja la puerta abierta a la venta del cuadro a Alemania.
Ese mismo mes la Asociación de Pintores y Escultores, a iniciativa de Garnelo y encabezada por todos los miembros de su Junta Directiva, inicia una suscripción para lograr los fondos necesarios y destinar la obra al Museo Nacional del Prado. Surgen descabelladas iniciativas, como la de Lázaro Galdiano, que pretendía compensar al Gobierno Alemán con obras menores de Velázquez. Afortunadamente, el Patronato del Museo del Prado se negó a ello, no hubiese sido más que cambiar el objeto del expolio.
A principios de noviembre de 1913 el Gobierno publica una disposición en la que se autoriza al Patronato de la Fundación del Colegio de Monforte a vender el cuadro.
La suscripción, iniciada por Garnelo desde la Asociación de Pintores y Escultores, fue un indignante fracaso, solo se recaudaron 76.000 pesetas. Había muchas gestiones y voces a favor como para albergar la esperanza de un mejor resultado. Esto llevó a Azorín a escribir en La Vanguardia:
“… toda España puesta en conmoción, atronada a gritos, ¿no puede dar más que estas pesetas, en un asunto de honor nacional, como se ha dicho?“
El jueves, 18 de diciembre de 1913, se trasladó la obra desde Monforte al puerto de Vigo con el mayor sigilo. En la oscuridad de la noche fue cargada en un carro de bueyes desde los Escolapios hasta la cercana estación de Canabal, escoltada por guardias civiles de paisano, así llegaría a Vigo. Allí la esperaba la comitiva alemana de Max Friedländer, director del Kaiser-Friedrich-Museum de Berlín. Fue embarcada con destino a Alemania en una naviera de Hamburgo, el 19 de diciembre de 1913.
En el Kaiser-Friedrich-Museum de Berlín permaneció la “Adoración de los Reyes” hasta 1945, año en que sobrevivió a los bombardeos aliados de Berlín, que destruyeron más de un centenar de obras. Tras la partición de Alemania siguió en su misma ubicación, lo que hoy es el Museo Bode, perteneciente entonces a la República Democrática Alemana. Actualmente se expone en la Gemäldegalerie de Berlín, como pueden ver en el vídeo que enlazamos.
En 1914, el estallido de la Primera Guerra Mundial hizo que el Kaiser-Friedrich-Museum no pudiera cumplir su compromiso de enviar a Monforte una réplica exacta de su altar. En 1920, cuando nadie ya la esperaba, con formalidad germánica y también por Vigo, llegaba la copia que hoy puede contemplarse en el Colegio del Cardenal.
GARNELO EN “POR EL ARTE”
El 15 de marzo de 1913, tuvo lugar una reunión de la Junta Directiva de la Asociación de Pintores y Escultores. Garnelo, como secretario de la misma e impulsor de la idea, refleja el acta en el número tres de la revista Por el Arte:
“… Se trató por último de la enajenación de la tabla de Van-der-Goes «La Adoración de los Reyes», existente en Monforte, y sobre esta cuestión se acordó iniciar una suscripción nacional para adquirir dicho cuadro con destino al Museo del Prado, encabezándola los miembros de la Junta Directiva; dirigirse a varios Centros, tanto instructivos como recreativos, de Madrid para que ayuden con su cooperación, también a los periódicos más importantes de esta Corte y provincias a fin de que divulguen la iniciativa y pueda ésta tener el éxito que nos proponemos.
Y no habiendo más de que tratar, se levantó la sesión a las seis de la tarde, de todo lo que como Secretario certifico.“
José GARNELO
Continúa con un llamamiento general y el detalle de las primeras suscripciones:
“… La Junta directiva de esta Asociación hace un llamamiento a todos sus socios, los artistas y amantes de nuestro patrimonio artístico para abrir una suscripción con objeto de que sea adquirido para nuestro Museo Nacional el cuadro de “La Adoración de los Reyes”, de Van-der-Goes. Don Joaquín Sorolla, 1.000 pesetas; don Miguel Blay, 500; don Manuel Benedito, 500; don José Garnelo, 1.000; don José Bermejo, 25 ; don Ramón Pulido, 50; don Manuel Castaños, 250. A la primera iniciativa de esta Asociación han respondido con la oferta de 5.000 pesetas el señor presidente del Círculo de Bellas Artes; excelentísima señora viuda de Beruete, 1.000; don Mariano Benlliure, 1.000; don Aureliano de Beruete Moret, 2.000; don Eduardo Chicharro, 500; don Juan Comba, 25; don Juan Antonio Benlliure, 50; excelentísimo señor don Alberto Aguilera, 250 pesetas. La Asociación tiene solicitada una audiencia a S. M. el Rey, para el mejor éxito de esta iniciativa. La Asociación abre cuenta corriente especial para este fin en el Banco de España, donde cada donante recibirá el resguardo correspondiente a su entrega. El Banco se propone dar orden a sus sucursales de provincias para que recabe las cantidades encaminadas a la realización de esta idea…“
En los párrafos siguientes a los transcritos, agradece Garnelo la suscripción de muchas personalidades e instituciones artísticas y difunde la carta de apoyo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Posteriormente, pasa a dar explicaciones a algunas preguntas sobre por qué, en lugar del rescate del Van der Goes, no se acometían otros asuntos que los demandantes consideraban de mayor interés, como la restauración de la Ermita San Antonio de la Florida. Responde Garnelo que, para ese menester, ya había tomado el Ministerio alguna determinación y elegido a dos restauradores; sugiere:
“… Nuestro voto es que por el Ministerio y los restauradores que tienen la misión de velar por dicho monumento, lo cubran con bastidores de tela impermeable, reservándolos a los humos, único mal que hoy les destruye, y dichas telas permanezcan protegiéndoles hasta que cambie el estado de cosas y pueda intervenir en la custodia y conservación de aquellas pinturas una entidad artística, sea un Patronato especial, sea la Academia de San Fernando.
Celebraremos que pueda tomarse en consideración esta idea.“
Algunos años después, José Garnelo colaborará desinteresadamente en la restauración de la Ermita de San Antonio de la Florida y en el Panteón de Goya, donde colocó una lámpara de su propiedad, en 1928 dedicaba una extensa monografía al conjunto monumental.
Seguidamente responde a las dudas sobre si “La adoración de los Reyes”, de Van der Goes, estaba ya irremediablemente pagada por los alemanes, para ello utiliza una carta de Pablo Bosch, vocal del Patronato del Museo del Prado, a Lázaro Galdiano. Como veíamos anteriormente se habían entregado 50.000 pesetas, como señal, en una falsa subasta.
“… Tales compromisos debían haber contraído los Padres Escolapios que, a toda prisa, mandaron un comisionado a Londres, donde entonces iban a celebrarse los funerales del rey Eduardo, a los que asistía el duque, y a las seis de la mañana trataron de obtener la aprobación de la subasta a favor del danés señor Gretor, «representante del Gobierno de Prusia», según reza otro documento en que consta además que mediaba una entrega a cuenta de 50.000 pesetas.
Y este es, amigo Lázaro, el argumento capital a que yo me refería. Esas 50.000 pesetas, las dio Gretor como arras para asegurar su derecho, y esto es precisamente lo que permite, «ipso facto», anular la venta si se pretende darla como verificada.
En efecto, el art. 1.454 del Código civil dice textualmente : «Si hubiesen mediado arras ó señal en el contrato de compra y venta, podrá rescindirse el contrato allanándose el comprador a perderlas, ó el vendedor a devolverlas duplicadas».“
Intenta Bosch exculpar la responsabilidad del Duque de Alba, alegando que éste determinó que mediase escritura pública y que “la venta con estas condiciones no se ha efectuado y que no consta sino el acto preliminar de la subasta.“
“… Ahora bien : ¿constituye el hecho de la subasta una venta real y efectiva? Seguramente que no en nuestros procedimientos administrativos, pues siempre es indispensable la aprobación por quien haya lugar.
Así lo entendió el duque de Alba cuando, «después» de la subasta, dio la autorización y estipuló que la venta se verificase mediante el otorgamiento de escritura ante notario. En este supuesto, el cuadro no está vendido.
¿Se quiere dar fuerza legal de venta al acto de la subasta? Pues por el hecho de haber mediado arras, puede anularse a voluntad del vendedor, mediante la devolución del duplo de las arras.
Me parece que la conclusión no puede ser más terminante.“
Publica José Garnelo en el mismo número de Por el Arte un pequeño artículo donde valora la obra de Van der Goes, para él la mejor de su producción. Adjuntamos el artículo para su conocimiento.
Al mes siguiente, abril de 1913, el número IV de Por el Arte abre con una relación de los nuevos suscriptores, que van desde variopintas instituciones a algún simpático y anónimo acto simbólico: “Un español de Amberes, un dollar“
Publica también una conferencia dada en el Ateneo, por la Condesa de Pardo Bazán, en la que doña Emilia ensalza esta iniciativa y la compara con la de Pastrana y sus tapices.
“… He aquí un ejemplo de actualidad, que acaso envuelva un síntoma de despertar: ya comprenderéis que aludo a la famosa Adoración de Monforte de Lemos. Creo que hace años, hablo por referencia, pudo registrarse otro síntoma local, en Pastrana, donde el pueblo, amotinado, se opuso a la proyectada venta de unos tapices del siglo xv, históricos, que existían, y supongo que seguirán existiendo, en la iglesia parroquial. En Pastrana, era la tradición lo que con honrado instinto defendía el pueblo: al defender el Van-der-Goes, se defiende ya la belleza, entra en juego otro orden de consideraciones y sentires. Si las clases menos ilustradas no se suman a esta protesta, a la cual es preciso que nos sumemos todos, será porque no cupo, en el cuadro de la educación popular, la casilla del sentimiento de la belleza”
El número VI, de junio de 1913, continúa dando a conocer las gestiones al respecto:
“… Por último, se acordó dar cuenta, valiéndose de la Prensa de gran circulación, de las cantidades recibidas para adquirir el cuadro de Van-der-Goes, de Monforte, participando al mismo tiempo a todos los ciudadanos amantes de nuestro patrimonio artístico que continúa la suscripción abierta para este fin.
Todos los acuerdos que anteceden fueron cumplimentados por el secretario que suscribe.”
José GARNELO
En una miscelánea, del mismo número, se informa de que el asunto ha sido llevado al congreso con cierto infortunio en las fechas:
“Lo de Van der Goes: El expediente. Ha sido llevado al Congreso, requerido por los señores Ortega y Gasset y Burell, el expediente de venta del cuadro de Monforte.
Fue llevado al Congreso precisamente el día mismo en que suspendía de nuevo las sesiones de Cortes.”
En diciembre de 1913, Por el Arte publica el triste desenlace y se articula el mecanismo para devolver las aportaciones de los suscriptores:
“El día 17 de Noviembre, con asistencia de una gran mayoría de individuos de la Junta directiva, se celebró ésta en el estudio del señor Presidente, para tratar especialmente de la solución dada al expediente de venta del cuadro de Van-der-Goes por Real orden del ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, acordándose enviar a los periódicos la siguiente nota:
Suscripción para el Van-der-Goes. La Asociación de Pintores y Escultores, en Junta directiva celebrada el 17 del corriente, tomó él acuerdo de manifestar públicamente su profundo sentimiento, y la decepción sufrida en sus ideales de defensa del tesoro artístico nacional, con motivo de la Real orden publicada últimamente por el ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, autorizando la venta del cuadro de Van-der-Goes.
El público conoce perfectamente el esfuerzo realizado por esta Asociación y la simpática acogida que mereció de él y de diferentes Sociedades, como el Círculo de Bellas Artes y la Sociedad Española de Amigos del Arte, que estuvieron a su lado en la suscripción nacional; a todos, y a éstas en particular, da las más expresivas gracias por la unidad de su esfuerzo.
Es lástima grande ver cómo de día en día trasponen las fronteras los tesoros de arte, las obras de más ó menos importancia, que son en nuestro suelo testimonio de glorias y grandezas de pasadas generaciones, y con ellas va algo más que la riqueza material: va el espíritu encarnado en la obra artística, algo superior insustituible, esencia de vida condensada en el florón histórico de nuestras grandezas.
La Junta, en consecuencia de sus acuerdos, pone en conocimiento de los que se suscribieron enviando dinero, que pueden recogerlo en la forma que deseen, de manos del secretario, y en su defecto, un dependiente irá personalmente a efectuar las entregas con talones del Banco de España, en donde están depositados los fondos recaudados.
Al hacer el balance de dichos fondos nos, ha sorprendido agradablemente encontrar mucha más cantidad de la depositada por nuestro conducto; donantes anónimos han ido directamente al Banco y hecho sus entregas sin conocimiento nuestro, demostrando un alto sentimiento de adhesión. Rogamos, pues, a dichos donantes nos hagan conocer sus nombres para, de igual modo, devolverles sus donativos; y por último, reciba la Prensa en general un voto de gracias por la ayuda que han dispensado, desinteresada y franca, a nuestros sentimientos de entusiasmo.”
La iniciativa no tuvo éxito, pero no fue en balde; gracias a la agitación social y política desatada, el Estado empezará a plantearse, para asuntos de patrimonio cultural, la intervención en la, hasta entonces, intocable propiedad privada. Obsoletas leyes decimonónicas serían sustituidas, años después, por una legislación similar a la de otros países de nuestro entorno.