Museo Garnelo

GARNELO INTIMISTA

sus apuntes de paisaje

 

PitasLos numerosos apuntes, en pequeño formato, que José Garnelo realizó a lo largo de su vida, constituyen un exquisito y copioso repertorio que patentiza como ninguna otra serie dentro de su producción la vigorosacapacidad creativa del pintor. La mayoría de estos trabajos fueron elaborados como consecuencia de una satisfacción estética propia, de sentido y valoración profundamente intimista, mediante la cual el pintor daba desarrollo compositivo y cromático a sus emociones. Al tratarse de obras que el artista guardaba para sí, la crítica de su época apenas pudo conocer la existencia de las mismas, ni valorar su interés referenciado respecto al conjunto de su producción. Sin embargo, mucho de lo mejor de Garnelo impregna estas alígeras manchas que vertebran todos estos argumentos, viniendo a constituir el más genuino compendio de la sabiduría del maestro, de manera que nos ayuda a visionar nuevas lecturas sobre sus preferencias estéticas, divergentes en algunos casos en relación con el resto de su obra conocida.

En 1911, contando el artista con cuarenta y cinco años de edad, en plena madurez pictórica y seguro dominio de su oficio, Garnelo concurre en representación de nuestro país al Congreso Artístico Internacional de Roma, donde trabó amistad con el conde Androutzos de Corfú, también pintor, que le invitó a conocer su país. En este viaje a la cuna de la cultura europea —que años más tarde, en 1927, repetiría de nuevo el artista— tuvo ocasión de pintar un gran número de tablas, cuyo conjunto supone uno de sus más importantes aciertos compositivos y programáticos. Con estos trabajos transmite Garnelo el gozo y el apasionamiento propios de quien ha logrado encontrar sus orígenes.

A su regreso a Madrid, el artista organiza una exposición en el Ateneo, en la que dispone la mayor parte de la obra pictórica elaborada durante su peregrinar apasionado por las distintas regiones de Grecia. Al tiempo da desarrollo a una serie de conferencias mediante las cuales describe su viaje artístico que, años después, en 1917, tendrían continuidad en su ensayo “Cuatro palabras recordando un viaje a Grecia”, publicado en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones.

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En todas estas obras del ciclo griego refleja Garnelo la constante búsqueda de sus orígenes, de la propia génesis de la cultura occidental y de sus raíces y fundamentos estéticos e ideológicos. Todos estos apuntes tienen la nota común de la familiaridad, de la coexistencia, como si en el proceso creativo, en la dinámica de elaboración de cada obra, se estableciera una empatía reveladora entre el pintor y el propio objeto de representación, sea éste un fulgurante resto marmóreo, el contorno reverencial de la Acrópolis, o la tumba perdida de un héroe, tamizada por la purpúrea luz del crepúsculo. Todos estos contenidos se resuelven mediante precisas y sintéticas pinceladas, que confieren a cada trabajo una desconcertante frescura y una inusual determinación formal.

En otras obras de este conjunto de apuntes se valora, como único argumento, el entorno natural; en ellas, el valor fundamental es el paisaje, cubierto de bosques de olivos seculares, linderos perfilados por hileras de cipreses, sin una constatación demasiado rotunda de lo que suponía la dimensión arqueológica de la Grecia monumental.

TablitaOtro de los enclaves reiteradamente considerados por Garnelo para dar desarrollo a este peculiar legado íntimo es el sur de Italia, que visitó en repetidas ocasiones, haciéndolo igualmente a su regreso desde Grecia, con objeto de enriquecer su periplo mediterráneo, integrando en su particular anábasis todos estos territorios del mundo helénico, cuando constituían las colonias occidentales de la Magna Grecia. Así, los hitos monumentales dóricos de Paestum, Siracusa, Agrigento o Selinonte quedarán igualmente incorporados a su privativo repertorio de entornos animados por la presencia eterna del clasicismo.

Como heredera de Grecia, también Roma se constituirá en fuente de inspiración para el pintor, quedando patentizada su comparecencia en este repertorio de trabajos a través de las ruinas de Pompeya, o el contorno amenazante del Vesubio, semioculto a la vista entre los restos que él mismo preservara, así como mediante vetustos encuadres urbanos de la Ciudad Eterna, o de algunas de las históricas villas que enriquecen con su secular presencia ese mosaico inigualable que constituye el dominio culturTablitaal italiano.

La enorme variedad de paisajes existentes en España constituyeron igualmente una fuente de inspiración inagotable para el artista, que supo captar cumplidamente las distintas luces existentes en cada entorno geográfico: el húmedo verdor de los bosques atlánticos, la luz hiriente y perfilada de las serranías de Cazorla, la incidencia del celaje en los campos de Castilla, los reflejos cristalinos del agua en los arroyos, la mutante orografía del litoral...

Se completa esta colección de apuntes del Museo Garnelo de Montilla con una nutrida muestra de trabajos que dan buena cuenta de la constante inquietud y condición viajera del pintor, que no cesó de enriquecer su amplia formación con reiteradas visitas a diferentes enclaves europeos, en los que al tiempo que desplegaba su innata curiosidad como visitante, ejercía también como artista, ayudado de esa privilegiada condición que le permitía captar íntimamente —legándonoslo a todos— mediante una fugaz sesión de trabajo, la esencia misma de las cosas, salvaguardándolas del decurso del tiempo.

Para Garnelo, la visión del paisaje y su “conocimiento” ha de ser interior, por lo cual la consideración de este género ha de aparecer connotada de intimismo y de suficientes claves simbólicas, que deben actuar como nexos de encuentro entre el “yo” personal del autor y las reacciones psíquicas del espectador.

Por vez primera podemos ver aquí reunida, con carácter permanente, una excepcional muestra de apuntes de paisaje de José Garnelo que, sin duda, modificarán la valoración que en la propia historiografía artística se ha venido considerando reiteradamente acerca del pintor y del conjunto de su producción.

M. C. L.